Hace algunas décadas, la fibra no era considerada un nutriente esencial. Sin embargo, desde que se ha investigado su efecto en la prevención del cáncer de colon y su importancia para eliminar los desechos a través de las heces, se ha reconocido su valor. Además, la fibra es fundamental para los millones de bacterias beneficiosas que habitan en el colon (intestino grueso).

La fibra forma parte de las estructuras duras de los alimentos de origen vegetal. Se encuentra, por ejemplo, en la piel de frutas como la manzana, la pera y el durazno, así como en verduras como la lechuga y la vainita. También está presente en la capa externa de las menestras, como la que envuelve el tarwi, y en cereales integrales como el trigo y la quinua, e incluso en semillas como las de girasol.

A pesar de su importancia, la mayoría de las personas no cubre la cantidad recomendada de 25 a 35 g diarios de fibra. Una de las causas de esto es la falta de un plato generoso de verduras frescas en las ensaladas.

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