Una buena alimentación puede ayudar a contrarrestar los efectos negativos del estrés en el sistema inmunitario al proporcionar los nutrientes que el cuerpo necesita para mantenerse fuerte. El estrés crónico agota ciertas vitaminas y minerales, como la vitamina C, el magnesio y las vitaminas del grupo B, que son esenciales para el sistema inmune. Consumir alimentos ricos en estos nutrientes, como frutas cítricas, verduras de hoja verde, granos enteros y frutos secos, ayuda a reducir el impacto del estrés en el cuerpo.
Además, los alimentos ricos en antioxidantes, como las bayas (por ejemplo, los arándanos) y las nueces, combaten el daño causado por el estrés oxidativo. Los probióticos, presentes en el yogur y los alimentos fermentados, así como la fibra dietética, también apoyan la salud intestinal, que está estrechamente relacionada con la inmunidad.
Finalmente, una dieta equilibrada ayuda a estabilizar el azúcar en sangre y a mejorar el estado de ánimo, lo que reduce el estrés y fortalece el sistema inmunitario.
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