Cuando una persona con exceso de peso consume jugo de frutas en ayunas, su cuerpo experimenta un rápido aumento de glucosa en sangre. Al no contener fibra, el azúcar del jugo se absorbe rápidamente, obligando al páncreas a liberar grandes cantidades de insulina. Esta hormona almacena el exceso de glucosa como grasa y, al bajar el azúcar en sangre bruscamente, genera hambre en poco tiempo.
Si esto ocurre diariamente en el desayuno, el cuerpo se acostumbra a picos y caídas de glucosa, lo que puede promover la resistencia a la insulina, dificultando la pérdida de peso. Además, el hígado convierte el exceso de fructosa en grasa, favoreciendo el hígado graso.
En lugar de jugos, es mejor consumir fruta entera, acompañada de proteínas como yogur, grasas saludables como almendras o fibras como las de “Fluye”. Así se regula la saciedad y se evita el aumento brusco de insulina.
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