Es natural que como padre exista preocupación si un hijo o hija adolescente desea seguir una dieta restrictiva. La adolescencia es una etapa de intensos cambios físicos, emocionales y sociales, y las dietas extremas pueden poner en riesgo tanto la salud física como la mental.
Durante esta etapa se requiere un mayor aporte de calorías, proteínas, hierro, calcio y otros nutrientes necesarios para un desarrollo adecuado. Las dietas restrictivas sin supervisión pueden causar deficiencias nutricionales, afectar el crecimiento, disminuir la concentración o incluso desencadenar trastornos de la conducta alimentaria.
¿Qué hacer en estos casos? Lo más recomendable es escuchar sin juzgar, conversar sobre sus motivos y evitar minimizar lo que siente. Es importante explicar que una alimentación saludable no implica pasar hambre ni eliminar grupos enteros de alimentos. Lo fundamental es buscar la orientación de un nutricionista calificado, quien podrá guiar al adolescente con un enfoque equilibrado, realista y seguro. TE PUEDE SERVIR:
Comer para vivir: Azúcar y su vínculo con el riesgo de cáncer
Comer para vivir: Beneficios y recomendaciones del ejercicio combinado
Comer para vivir: ¿Estoy comiendo suficiente fibra?