Depende de tu cuerpo y tu rutina. No cenar no es malo por sí solo. De hecho, hay estudios que muestran que cenar temprano o dejar de comer por la noche puede ayudar a regular el azúcar en sangre, mejorar la digestión y facilitar la quema de grasa. Esta práctica forma parte del ayuno intermitente, una estrategia que ha dado buenos resultados en personas con sobrepeso o problemas metabólicos.

Por ejemplo, una revisión científica publicada en The Journal of Nutrition (Patterson et al., 2015) encontró que reducir las horas en las que comemos durante el día puede mejorar la salud cardiovascular y favorecer un mejor control de la insulina (hormona que regula la glucosa en sangre).

Pero ¡ojo!, no es para todos. Si entrenas por la tarde, tomas medicamentos o pasas muchas horas sin comer, saltarte la cena puede hacerte sentir débil o con hambre durante la noche. Alimentarse bien es más importante que simplemente dejar de comer.

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