La carne de cerdo es una fuente valiosa de proteínas, hierro y vitaminas del complejo B, especialmente B1 (tiamina). Sin embargo, para aprovechar sus beneficios sin riesgos, es fundamental tomar ciertos cuidados.

Primero, evita consumirla cruda o mal cocida, ya que puede contener parásitos como Trichinella spiralis, causante de la triquinosis, o bacterias como Salmonella. Asegúrate de que la carne esté bien cocida, alcanzando al menos 70 °C en el centro.

Segundo, elige cortes magros, como el lomo o el solomillo, para reducir el consumo de grasas saturadas. Tercero, limita los embutidos y las carnes procesadas, como el tocino o los jamones curados, ya que suelen contener sal, nitritos y conservantes que, en exceso, pueden afectar la salud cardiovascular.

Por último, mantén una buena higiene al manipularla: lava bien las manos, los utensilios y las superficies para evitar la contaminación cruzada.

Consumida con precaución, la carne de cerdo puede ser parte de una dieta saludable.

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