Despertarse a mitad de la noche con ganas de comer no siempre es un simple antojo. En muchos casos, se trata del síndrome de ingesta nocturna, un trastorno de la conducta alimentaria poco conocido pero real. Quienes lo padecen suelen interrumpir su sueño para comer, casi siempre buscando carbohidratos o alimentos calóricos, lo que a largo plazo afecta el peso, el metabolismo y la calidad del descanso.
Las causas son variadas e incluyen alteraciones en las hormonas del apetito, estrés, ansiedad o incluso depresión; por eso no es un problema que se deba tomar a la ligera ni resolver solo con “fuerza de voluntad”.
El tratamiento requiere un abordaje integral que incluye evaluación médica y nutricional, apoyo psicológico y, en algunos casos, medicación. También ayuda mantener horarios de sueño regulares, cenar de forma balanceada y practicar técnicas de relajación. Reconocerlo a tiempo es clave para recuperar el descanso y la salud.
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