La vitamina C es conocida por su papel en el sistema inmune, y no es mito: tiene respaldo científico. Si bien no previene el resfrío común en personas sanas, tomarla de forma regular puede hacer que los síntomas duren menos y sean más leves.

Según una revisión Cochrane (Hemilä & Chalker, 2013), consumir al menos 200 mg al día acorta la duración del resfrío en un 8% en adultos y un 14% en niños. Además, en personas sometidas a estrés físico o frío extremo (como deportistas o militares), la vitamina C redujo el riesgo de resfriarse hasta en un 50%. ¿Por qué funciona? Porque mejora nuestras defensas: fortalece las barreras del cuerpo, apoya a las células que combaten virus y favorece la producción de glóbulos blancos.

Ahora la pregunta es si la obtengo en alimento o en suplemento. Ambas ofrecen vitamina C, pero el alimento tiene más ventajas.

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