La fibra actúa como una “escoba” digestiva: nutre la microbiota (bacterias buenas del intestino), mejora el ritmo de evacuación, frena los picos de azúcar y reduce el colesterol LDL. Hay fibra soluble, que forma un gel suave (avena, manzana, linaza), e insoluble, que da volumen a las heces (quinua, acelga, salvado). Juntas sacian y cuidan el corazón.

En Perú, nos quedamos cortos. Encuestas indican 15 g al día, lejos de los 25 g que necesita una mujer o los 38 g de un hombre. El abuso de harinas refinadas y snacks es parte del problema.

Para sumar gramos, basta volver a lo básico, como ensaladas crujientes, fruta entera, menestras frecuentes y pan integral. ¿Aún no llegas a la cuota? Fluye, una mezcla 100 % natural de fibras solubles e insolubles, aporta en una cucharada el extra necesario. Disuélvela en agua, yogur o jugo, y bebe otro vaso para potenciar su efecto. ¡Tu intestino y tu corazón te lo agradecerán!

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