El caldo de gallina es una de las sopas más elegidas por los peruanos, especialmente cuando se busca “recuperar fuerzas”. Esta preferencia tiene raíces tanto culturales como nutricionales. Desde la tradición, se considera reconstituyente y “levantamuertos”. ¿Pero qué dice la ciencia?

Este caldo, preparado con gallina criolla, huesos, vegetales y fideos, es fuente de proteínas de buena calidad, colágeno y minerales como fósforo y potasio, que se extraen durante la cocción prolongada. Su alto contenido líquido favorece la hidratación, y el calor contribuye a aliviar síntomas respiratorios. Si se consume con huevo duro y papa, aporta también saciedad y energía.

No reemplaza una comida completa por sí solo, pero cumple con la función de ser liviano, digestivo y reconfortante. Así, la creencia popular de que “te devuelve el alma al cuerpo” tiene cierto sustento, especialmente en personas debilitadas o con poco apetito.

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