Después de un sismo, el acceso a agua potable suele verse interrumpido, y sin ella aumentan los riesgos de enfermedades como diarreas, cólera o hepatitis A. La mochila de emergencia debe incluir al menos 4 litros de agua por persona por día para cubrir los dos primeros días: 2 litros para beber y 2 para higiene mínima.
Pasado ese tiempo, si no hay acceso a más agua embotellada, ni a fluido eléctrico para hervirla, ni lejía, se debe evitar consumir agua de origen desconocido. En estas situaciones, se recomienda buscar fuentes seguras como botellas selladas, centros de ayuda o cisternas móviles de autoridades sanitarias.
Si se llega a recolectar agua de lluvia, debe almacenarse en recipientes limpios y cerrados, y solo usarse si no hay otra opción. Prioriza siempre el agua para beber y preparar alimentos. En emergencia, cada gota cuenta. Cuidar el agua es cuidar la vida.
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