Durante el Virreinato del Perú, el chocolate a la taza se convirtió en una bebida muy popular durante la Semana Santa, especialmente en los días de ayuno como el Viernes Santo. Aunque hoy lo asociamos con el placer, en esa época era visto como un alimento energético y nutritivo, ideal para sostener el cuerpo sin romper el ayuno estricto, ya que no contenía carne ni alimentos sólidos.
El chocolate se preparaba espeso, caliente, con agua o leche (en días no estrictos), y se acompañaba con pan sin grasa animal, bizcochos o tostadas. Se solía consumir en horarios puntuales: muy temprano por la mañana o al anochecer, después de las liturgias. En conventos y casas señoriales, era parte de la rutina espiritual y alimentaria.
Así, el chocolate no sólo reconfortaba el cuerpo, sino que también era parte de un ritual de devoción, recogimiento y sabor mestizo.
TE PUEDE INTERESAR:
Comer para vivir: Elige bien los materiales para guardar tus alimentos
Comer para vivir: ¿Qué debe contener una lonchera escolar saludable?
Comer para vivir: Cómo reconocer alimentos ricos en fibra naturales y empacados