El término quinua proviene de la lengua quechua y significa ‘grano madre’ por su alto valor nutritivo.

Durante la Conquista Española, la quinua y la kiwicha fueron prohibidas de sembrarlas porque eran consideradas alimentos paganos por los europeos. Quién iba a decir que la quinua ahora está en las cocinas y restaurantes de los grandes chefs de todo el mundo.

La quinua es perfecta, se le llama el pseudo-cereal, pero ya hace algunos años se le considera un cereal andino. Antúnez de Mayolo, el gran investigador de la nutrición del antiguo Perú, decía que el arito de la quinua que es su germen, los mestizos ya no lo digieren bien y se pierde muchas veces en la digestión sin asimilarlo. Por eso él recomienda germinar la quinua.

En tiempo de los Incas, cuando alguien enfermaba, se hacía una mono dieta de cinco días con pura quinua. O cuando había un fallecimiento comían quinua roja varias semanas porque tiene una buena cantidad de litio, muy útil para personas maniacodepresivas o con bipolaridad.

También es un sustituto ideal para la leche, teniendo en cuenta que en los pueblos andinos constituía el primer alimento después de la leche materna para los niños.

Es ideal para personas celiacas, vegetarianas, bebés, deportistas y mujeres encinta, contiene todos los aminoácidos esenciales como lisina, histidina y lecitina, etc.

Cada día le descubren más propiedades a la quinua. Tiene una proteína completa, y su fibra es de fácil digestión. Va bien para todas las edades. Sus hojas, al igual que la kiwicha, son comestibles. Antes de cocinarla hay que lavarla muy bien.

Un budín de quinua queda muy rico y es muy sano. Para lo que no les gusta la quinua sola, se puede mezclar con ensaladas, menestras, sopas y arroz.

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