El aneurisma cerebral es una dilatación arterial anormal. Su prevalencia es del 1 al 4 % de la población mundial. El 95% de los aneurismas se desarrollan por tabaquismo, consumo excesivo de grasas, azúcares refinados, ateroesclerosis, obesidad e hipertensión arterial no controlada, y solo el 5% tiene origen genético, advierte el neurólogo intervencionista Manuel Moquillaza, coordinador del servicio de Neurología de la Clínica Ricardo Palma.

Los síntomas de esta enfermedad son muy diversos, pero el más importante es la cefalea (dolor de cabeza), muy parecida a la migraña. Sin embargo, la principal diferencia es la intensidad. Antes de que se rompa el aneurisma, el paciente experimenta el peor dolor de cabeza de su vida. Por ello, es muy importante la detección temprana para iniciar un tratamiento oportuno. El diagnóstico se realiza en consultorio con una buena evaluación clínica y pruebas como ecografía dúplex transcraneal, angiotomografía o angioresonancia magnética.

El tratamiento de este abombamiento arterial (aneurisma) del cerebro depende de su tamaño, localización y forma. Por lo general, es endovascular, es decir, mínimamente invasivo. El neurointervencionista ingresa por la ingle o por la muñeca hasta el cerebro y ocluye el aneurisma con materiales especiales que evitan su ruptura, o bloquea el sangrado si el aneurisma se ha roto, utilizando coils (espirales) o colocando un diversor de flujo, que es una especie de stent (tubo diminuto de malla metálica) especial a nivel de las arterias cerebrales.

Cabe resaltar que se usan coils generalmente en aneurismas rotos y no rotos, y el diversor de flujo se emplea principalmente en aneurismas no rotos, ya que se debe adelgazar la sangre previamente con medicamentos especiales (antiagregantes). También existe el método microquirúrgico, que consiste en el clipaje por acceso directo (cirugía abierta).

Lamentablemente, cuando el aneurisma no es tratado a tiempo, puede romperse. Cuando esto ocurre, el 50% de los pacientes fallece. El otro 50% sobrevive, pero la gran mayoría queda con secuelas irreversibles y necesita cuidados especiales para realizar sus actividades cotidianas. Aquí radica la importancia de recibir un tratamiento precoz y ser evaluado a la brevedad en caso de sufrir un dolor de cabeza intenso que no se calma con el tratamiento médico convencional.

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