En la lucha contra el cáncer, comer bien ya no es solo una sugerencia, se ha convertido en un componente esencial. Nuevos estudios muestran cómo una alimentación ajustada puede influir positivamente en cada etapa de la enfermedad. A continuación, se detallarán algunos aspectos a considerar para mejorar la nutrición durante este período.
AZÚCAR. Eliminar la sacarosa durante el tratamiento puede ayudar a frenar la inflamación y limitar el crecimiento tumoral, señaló el Dr. Robinson Cruz, nutricionista especialista en oncología, aclarando que no se excluyen todos los azúcares, solo el azúcar común.
MICROBIOTA. Cereales integrales, tubérculos y legumbres ofrecen energía constante sin disparar el azúcar en sangre. Además, alimentan la microbiota intestinal, que es clave para mantener fuertes las defensas y absorber mejor los nutrientes.
PROTEÍNAS. El huevo, pescado azul, carnes magras y leguminosas aportan los bloques necesarios para reconstruir tejidos y enfrentar la anemia. Lo ideal es ajustar las porciones según la etapa del tratamiento para apoyar mejor la recuperación.
SUPLEMENTOS. No se trata de tomar todo lo que ofrece la farmacia. Vitaminas y fórmulas especiales deben usarse solo bajo prescripción especializada, una práctica que ha mostrado mejorar la respuesta a la radioterapia y disminuir inflamación del tracto digestivo, en un 25 %.
EJERCICIO. Entrenar suavemente conserva músculo, mejora el ánimo, aporta energía, y reduce caídas; aumenta 20 % tolerancia y baja 15 % fracturas.
OJO AL DATO. El Dr. Cruz, presidente de ASPENCO y CIENUT, afirma que los ejercicios suaves aumentan 20 % la tolerancia al tratamiento y reducen 15 % caídas en mayores.
ALIMENTACIÓN. Pacientes con una nutrición inmunomoduladora redujeron en un 30 % las infecciones y acortaron su hospitalización.
SUPERVIVENCIA. Ajustar proteínas a 1,5 g/kg diarios mejora evolución del cáncer y aumenta en 18 % la supervivencia anual frente a dietas menos personalizadas.
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