Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.

El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.

Hoy te cuento la historia de Juan Alberto, de 41 años, que nos escribe desde Barranco.

Doctora, me siento muy desanimado desde que mi esposa cambió radicalmente conmigo. Antes, Miriam y yo éramos pura risa, romance y diversión, pero desde hace un par de meses me critica por absolutamente todo. No estoy exagerando, pero siento que se molesta hasta cuando respiro. Por mucho que intento agradarle, siempre encuentra algo malo. Por ejemplo, si le hago un chiste, me dice que si no me canso de andar de payaso. Si le regalo algo, solo recalca que no la conozco a pesar de los años. Si limpio la cocina, se enoja porque dice que no sé hacer nada.

Aunque trato de disimular, por dentro me siento mal. La vez pasada quise que tuviéramos relaciones y me dijo, con un tono frío: “pero báñate y échate perfume”. Nunca me había tratado así. Fue como si, de pronto, todo lo que antes era parte de nuestra conexión ahora le resultara molesto o insuficiente. Me quedé paralizado, no supe qué responder. Sentí que algo dentro de mí se rompía.

Desde ese momento, ya no he intentado acercarme de ninguna manera. El ambiente entre nosotros se ha vuelto muy tenso, como si fuéramos dos extraños compartiendo el mismo techo. Mis amigos me dicen que seguro tiene a otro, pero no creo que mi esposa sea capaz de serme infiel. Aun así, me cuesta no pensar cosas raras. Ella ya no sonríe, no me busca, y cada vez se encierra más en su mundo.

No sé cómo hablar con ella sin que me rechace. Me duele su indiferencia, porque yo aún la amo. ¿Qué hago, doctora? Siento que estoy perdiendo a la mujer de mi vida.

CONSEJO

Querido Juan Alberto, no guardes todo lo que sientes. Habla con tu esposa sin reproches, desde el corazón. Pregúntale si algo le pasa, si necesita apoyo. A veces el mal humor es reflejo de otras heridas. No saques conclusiones sin conversar. Si ves que solos no pueden, buscar ayuda de pareja no es fracaso, es amor con ganas de salvar lo que aún vale.