Muchos niños con autismo son selectivos al comer, lo que puede preocupar a los padres. Esta selectividad no es un capricho, sino una respuesta real a cómo perciben el mundo. Algunos niños experimentan los olores, sabores o texturas con mayor intensidad que otros. Por ejemplo, un alimento crujiente puede resultar agradable, mientras que otro muy blando puede generarles rechazo.
Además, los cambios les cuestan, por lo que prefieren comer siempre lo mismo. Esto les da seguridad.
¿Qué pueden hacer los padres? Primero, no forzar, ya que eso genera más rechazo. Segundo, ofrecer los nuevos alimentos junto a los que el niño ya acepta, sin presión. También es útil involucrarlos en la preparación: tocar, oler y ver los alimentos antes de probarlos. Por último, consultar con un nutricionista especializado en autismo puede ser de gran ayuda.
Con paciencia, respeto y apoyo, se pueden ampliar gradualmente los alimentos que aceptan.
TE PUEDE INTERESAR:
Comer para vivir: Elige bien los materiales para guardar tus alimentos
Comer para vivir: ¿Qué debe contener una lonchera escolar saludable?
Comer para vivir: Cómo reconocer alimentos ricos en fibra naturales y empacados