Esta semana dediqué mis columnas a la salud de la mujer; hoy se la dedico a todas las madres.
En la mayoría de los hogares, la mamá es quien decide qué se compra, qué se cocina y cómo se come. Su papel en la salud y nutrición de la familia es profundo y muchas veces invisible. Con sus manos prepara los alimentos, pero también con su ejemplo enseña a cuidar el cuerpo, a compartir en la mesa y a disfrutar lo simple.
Cuando una mamá elige frutas, verduras y comidas caseras, está sembrando hábitos que protegen a sus hijos del sobrepeso, la diabetes y otros males del futuro. Además, su manera de organizar los tiempos, de animar a tomar agua, a moverse y a descansar también construye bienestar.
Por eso, cuidar la salud de la mamá es cuidar la salud de toda la familia. Acompañarla, agradecerle y apoyarla es una forma de honrar ese rol tan valioso que va mucho más allá de la cocina: el de nutrir con amor.
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