Consumir fibra de vegetales, como ensalada, linaza y chía, antes que los carbohidratos como papa o arroz, es una estrategia efectiva para mantener estables los niveles de energía. La fibra soluble, presente en avena, legumbres y algunas frutas, forma un gel viscoso en el estómago en solo 5 a 10 minutos. Este gel ralentiza la digestión y la absorción de azúcares en el intestino delgado, lo que reduce la velocidad con la que la glucosa entra en la sangre.
Al empezar las comidas con fibra, se crea una especie de “escudo” en el estómago que ralentiza la absorción del azúcar, evitando que suba demasiado rápido en la sangre. Esto ayuda a que el cuerpo utilice mejor la insulina, evitando picos de glucosa y manteniendo los niveles de energía más estables.
A largo plazo, esta estrategia contribuye a un metabolismo más eficiente y saludable, evitando la acumulación innecesaria de grasa y favoreciendo el control de los niveles de azúcar en sangre.
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