El congresista de Perú Libre y segundo vicepresidente del Congreso, Waldemar Cerrón, sueña con meterle una pata a la legalidad y a la seguridad de los peruanos que viajan en transporte público, al tratar de legalizar a los taxi colectivos que hoy están al margen de la ley, que es donde deberían estar siempre por ser causantes protagonistas de accidentes y robos. Si el hermano del prófugo Vladimir Cerrón quiere que los taxi colectivos operen dentro de la formalidad, es por populismo puro, por ganar el aplauso de los choferes de un sistema de transporte público que debería ser erradicado por no ofrecer la menor garantía al ciudadano. Más bien, desde su condición de autoridad, el mencionado legislador debería aportar para que puedan ser sacados de circulación todos esos vehículos que a diario vemos en la Javier Prado o la Vía Expresa poniendo en peligro la vida de quienes no cuentan con un auto propio. Si la iniciativa de este mal “padre de la patria” obtiene luz verde, apaguemos la luz y vayámonos todos, pues el país habría terminado de caer en manos de un Congreso que apaña la inseguridad y el delito.