¡Habla, sobrino! En el Perú, 7 de cada 10 personas chambean en la informalidad. Algunos piensan que es porque no quieren estar en regla, pero la firme es que, para muchos, es la única forma de llevar algo a la mesa. Lo mismo pasa con los pequeños negocios. Hay un montón de emprendedores que quieren formalizarse, pero el camino está lleno de trabas. El 88 % quiere dar el salto, pero se topa con costos altos, trámites enredados y poca ayuda del Estado.

¿Y dónde se concentra la informalidad? Solo entre agricultores, obreros y vendedores está el 40 % de los trabajadores informales. Esto impacta su productividad y, claro, sus ingresos. Por eso, las autoridades deben ponerse las pilas en estos sectores, con trámites más simples, asesoría directa y menores costos.

Entender esta realidad es el primer paso para exigir cambios. Pero la responsabilidad principal es del Estado. Facilitar el camino a la formalidad es parte de su deber. Porque, sin empleo digno y productivo, crecer le va a costar al país, y sobre todo a nuestras familias.

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