El magnesio actúa como una auténtica central bioquímica, una “llave maestra” del cuerpo que participa en más de 600 procesos: ayuda a producir energía, relaja músculos, cuida el corazón, apoya el intestino y colabora con los mensajeros químicos del cerebro.
En niños y adolescentes con autismo (TEA) o déficit de atención e hiperactividad (TDAH), es un aliado especial porque funciona como un “botón de calma”: favorece la señal GABA, relacionada con tranquilidad y concentración, y evita que el sistema nervioso se mantenga “acelerado” por exceso de glutamato. Así, el cerebro se sobreexcita menos, facilitando concentración, control de impulsos y mejor descanso.
Además, el magnesio contribuye a un tránsito intestinal más cómodo y a reducir la distensión abdominal, mientras que una barrera intestinal en buen estado se relaciona con mejor ánimo y conducta gracias al eje intestino-cerebro. Por eso, muchas familias notan cambios positivos cuando combinan magnesio con hábitos saludables.
Algunas señales de deficiencia son calambres o “tirones” en pantorrillas o pies, tics palpebrales, temblores finos, hormigueos, fatiga muscular y torpeza motora; bruxismo y dolores musculares recurrentes; irritabilidad y sensibilidad al estrés; dificultad para dormir, despertares frecuentes y sueño inquieto; baja tolerancia a la frustración, inquietud, hiperactividad y problemas de atención; cefaleas o migrañas frecuentes; cansancio persistente y sensación de baja energía; estreñimiento y molestias abdominales; palpitaciones ocasionales y latidos irregulares; uñas frágiles, calambres y fatiga prolongada.
Respecto a los suplementos, la calidad resulta esencial. Se recomienda elegir productos con trazabilidad, sin contaminantes y de alta biodisponibilidad. Magnesol ofrece un magnesio de alta calidad importado desde Alemania que cumple con estos estándares.
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