Cuando un niño se queja de dolor en el área rectal, en el estómago o incluso de malestar general, a veces la causa es más simple de lo que parece: el estreñimiento. El acumulamiento de heces duras en el intestino puede presionar otras zonas y causar dolor abdominal, náuseas, pérdida de apetito e incluso dolor al evacuar.
Muchos niños no lo expresan claramente, pero señales como ir pocas veces al baño, hacer esfuerzo al defecar o sentir que “no terminan” son pistas importantes. Si el dolor ya es muy intenso, no es momento de esperar, es necesario consultar al médico
El profesional puede evaluar si hay una impactación fecal (bloqueo severo) y recetar el tratamiento adecuado, que podría incluir laxantes suaves, cambios en la dieta o maniobras específicas. No automediques ni insistas en forzar al niño, la intervención temprana ayuda a evitar complicaciones y alivia rápidamente su malestar.
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