Inyectarse vitamina C se ha vuelto popular en clínicas estéticas y de “bienestar”, donde se promete más energía, una mejor defensa inmunitaria y una piel luminosa. Sin embargo, la ciencia muestra otra realidad. El cuerpo absorbe eficientemente la vitamina C a través de los alimentos y, una vez que la sangre alcanza su nivel máximo, lo que ocurre al consumir alrededor de 200 mg diarios, el exceso se elimina por la orina. Dosis mayores, incluso intravenosas, no aumentan los niveles en sangre ni la eficacia antioxidante (NIH Office of Dietary Supplements, 2022; EFSA Scientific Opinion, 2023).
La vitamina C sí es esencial, ya que fortalece el sistema inmune, participa en la síntesis de colágeno y mejora la absorción del hierro. No obstante, se puede obtener de forma suficiente y sencilla a través de alimentos como cítricos, kiwi, camu camu, fresas y pimientos.
Inyectarla sin necesidad médica puede generar efectos adversos como dolor, infecciones o incluso cálculos renales. La evidencia científica es clara: más no significa mejor.
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