Javier Cabello

Al enterarme de la muerte del papa Francisco la mañana del último lunes, retrocedí en el tiempo y aparecieron en mi memoria las imágenes de cuando realicé la cobertura periodística durante su visita al país de Bolivia en el 2015. Estuve a pocos metros del “papa Pancho” y durante tres días fui tras sus pasos.

Tres años después, en el 2018, el sumo pontífice recién llegaría a Perú pero esa es otra historia. Recuerdo cuando hace diez años me encomendaron una de las comisiones periodísticas más importantes de mi carrera profesional. Tuve que subirme a un avión hasta la ciudad de Juliaca, en Puno, para luego ir por vía terrestre hasta la frontera y llegar a la ciudad boliviana de La Paz. Sin embargo, debía de llegar a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, ya que el religioso argentino nacido como Jorge Mario Bergoglio, iba permanecer un mayor tiempo en dicho lugar.

Viajé 18 horas en un bus para ser partícipe de un gran acontecimiento. El papa Francisco estuvo solo cuatro horas en La Paz, para no padecer el terrible soroche, y se trasladó a Santa Cruz donde realizó la mayoría de sus actividades, en medio del impresionante fervor religioso de cientos de miles de feligreses.

Su corta permanencia en La Paz a los 76 años de edad se habría debido a que solo tenía un pulmón. En su juventud le extirparon el órgano respiratorio izquierdo por problemas de salud.

Mientras veo por televisión el funeral del primer latinoamericano en liderar la Iglesia Católica sigo recordando los inolvidables momentos que viví durante la cobertura noticiosa. Recuerdo cuando el papa Francisco visitó la cárcel más temida y peligrosa de Bolivia. Llegué junto a decenas de periodistas y fotógrafos hasta la puerta de la cárcel de Palmasola. Un centro penitenciario es un lugar donde nadie quiere ir ni mucho menos vivir, pero para el papa Francisco estar allí era una bendición para llevar la palabra de Dios a los privados de su libertad.

Poco antes de la llegada del santo padre a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, las calles estaban inundadas por intensas lluvias, pero ante su arribo cesaron las precipitaciones. Muchos comentaron que era la prueba de la conexión divina del sumo pontífice, nada menos que un milagro del “papa Pancho”.

En el 2018, volví a verlo en su única visita al Perú, en Lima, Trujillo y Puerto Maldonado. Fue un multitudinario recibimiento y los peruanos se mostraron emocionados por su llegada.

Visitó 66 países durante sus 12 años como líder de la Iglesia Católica Romana. Nos dejó innumerables frases sencillas pero profundas. “Peléense todo lo que quieran, pero hagan las paces antes de dormir”, dijo el papa Francisco al referirse al amor y al matrimonio. Fue un papa que no temió decir lo que pensaba. Nos vemos.