Puerta del Sol, Bolivia.  (Foto: contextotucuman.com)
Puerta del Sol, Bolivia. (Foto: contextotucuman.com)

Javier Cabello

La curiosidad de conocer nuevos lugares y, sobre todo, descubrir las culturas y las costumbres de diferentes países me motiva a coger mi mochila y viajar por el mundo. Concibo que viajar es como hacer una maestría o doctorado de la vida. Viajar es hacer un posgrado sin ingresar a la universidad. Se aprende viajando y absorbes un profundo conocimiento in situ de lo que aconteció y a la vez de lo que acontece del lugar donde te encuentras momentáneamente.

Acabo de regresar a casa tras viajar durante dos semanas por distintas ciudades del hermano país del Ecuador. Eso sí, cómo extrañé un jugoso lomo saltado o un sabroso ají de gallina. Cada vez que viajo al extranjero sufro por mi comida peruana.

Tengo mucho que contarles sobre esta última travesía pero eso será en las próximas semanas. Antes de ello, no puedo dejar de seguir relatándoles sobre mi experiencia al conocer la antigua y sorprendente ciudad arqueológica de Tiahuanaco o Tiwanaku en Bolivia, comparable en trascendencia con la legendaria ciudad maya de Chichén Itzá en México o las pirámides de Egipto.

La semana pasada les conté sobre mi asombro al llegar a esta impresionante urbe pre-inca y hoy continúo con la segunda parte.

Una de las valiosas esculturas que presenta el mencionado sitio arqueológico es la llamada Puerta del Sol, cuyo mismo nombre también lo lleva una de las plazas más famosas del centro de la ciudad española de Madrid. Al ver la gigantesca pieza de piedra no podía dejar de mostrar mi admiración por los autores del icónico monolítico.

De acuerdo a la historia, los autores del monumento más famoso del complejo son los habitantes de la cultura Tiahuanaco. Es decir, nuestros antepasados; sin embargo, existen algunos estudiosos que refieren, sin tapujos, que quienes habrían construido la zona arqueológica serían seres extraterrestres. Un grupo de alienígenas se habría encargado de cargar enormes piedras para construir el complejo.

Lo cierto es que la Puerta del Sol tiene un peso alrededor de 10 toneladas, mide aproximadamente 3 metros de alto, 4 metros de ancho y 0,5 metros de grosor. El bloque de piedra andesita presenta figuras geométricas y antropomorfas. Mientras que en la parte superior se registra el rostro de lo que vendría ser el dios Wiracocha.

Al mirar detenidamente cada relieve del monumento comprobé la perfección del diseño así como la exactitud de los dibujos. Los tiahuanaquenses fueron una civilización andina que abarcó parte de los territorios de Perú, Chile, Argentina y Bolivia. Estuvieron antes que los incas y de la conquista española. Hasta este lugar han llegado exploradores, arqueólogos y viajeros.

La Puerta del Sol embarga un gran misterio de incertidumbre sobre su verdadero significado. Se dice que fue el ingreso a un majestuoso palacio arqueológico, mientras que otros refieren que es un portal para la entrada a otra dimensión de la realidad. Qué miedo. Nos vemos.