Durante mi época escolar, el curso que más me encantaba era Historia, y uno de los temas que disfrutaba estudiar era la Guerra del Pacífico, conflicto que enfrentó al Perú y a Chile.
Recuerdo que la profesora de aquellas clases nos hacía sumergirnos en el pasado, narrando con detalle los pormenores de aquella contienda. Uno de los episodios que más despertó mi curiosidad fue la gesta heroica del gran almirante piurano Miguel Grau Seminario, cuya valentía y sentido del honor dejaron una profunda huella en mí.
Desde mi adolescencia tenía en mente viajar algún día al vecino país de Chile y conocer el Monitor Huáscar, que actualmente funciona como museo. Ayer se conmemoró el Combate de Angamos, episodio en el que nuestro máximo héroe nacional, Miguel Grau, entregó su vida en defensa del Perú.

El año pasado realicé el viaje que mucho tiempo esperé y el principal motivo era llegar hasta la ciudad de Talcahuano, en la provincia de Concepción, en la región del Biobío. Talcahuano es uno de los puertos principales del país sureño pero sobre todo es el lugar donde se encuentra anclado el Monitor Huáscar, capturado por la armada chilena durante la guerra.
Es así como inicié mi travesía y, tras abandonar Lima, aterricé en Santiago, capital de Chile. Después de permanecer algunos días en dicha ciudad decidí emprender el ansiado viaje hacia Talcahuano. Me dirigí al terminal terrestre, en la avenida Alameda Bernardo O’Higgins, y abordé un bus que me llevaría hasta mi destino.
Hasta ese momento rondaba en mi cabeza la idea de que todo saldría según lo planeado y que, por fin, podría conocer y pisar el mítico buque peruano. Mientras viajaba sentado, observando el paisaje por la ventana, me imaginaba ingresando al Huáscar y tomándome fotografías en su interior. Me encontraba a pocas horas de cumplir aquel anhelo tan largamente esperado. Incluso en Lima había reservado con anticipación mi ingreso a través de la página web del museo.
El viaje en bus duró siete horas. Al bajar, noté que el cielo estaba nublado, aunque no le presté importancia. Hacía frío, y al conversar con algunos lugareños supe que en los últimos días en Talcahuano estaba lloviendo y que el temporal podría extenderse.
Caminaba rumbo a la Base Naval, donde se encuentra la reliquia, cuando de pronto, comenzaron las precipitaciones. Al llegar a la puerta del museo, vi un pequeño cartel que decía: “Cerrado por temporal”. No lo podía creer. A lo lejos, apenas alcanzaba a divisar el Huáscar. Ese mismo día debía regresar a Santiago y no había tiempo para lamentaciones: solo me quedaba tomarme una fotografía con el Huáscar a la distancia. Lo vi de lejos, y eso bastó. A veces no se puede llegar a donde queremos. Así es la vida. Nos vemos.