Javier Cabello

El antiguo aeropuerto internacional Jorge Chávez, en el Callao, cerró sus puertas y me ha dejado recuerdos que perdurarán en mi memoria. Ha sido testigo de mis primeros viajes y el último cuando crucé la frontera para llegar al país de Ecuador.

Recuerdo que cuando comenzó a funcionar el Metropolitano hace 15 años dejé de ir en taxi al aeropuerto. En esa época los taxistas cobraban 50 soles desde Chorrillos. Ahora la tarifa es aproximadamente 80 soles. Sin embargo, la necesidad de ahorrar en el traslado para luego darme unos “gustitos” en el viaje generó que descubriera una nueva ruta económica. Es así que en ese entonces, cada vez que salía de viaje, el plan era el siguiente: Con varias horas de anticipación tomaba un bus en el terminal Matellini y me bajaba en el paradero Tomás Valle, en Independencia. Iba sentado, cómodo, escuchando música y a la vez aprovechaba para despedirme de las calles de Lima. Atravesaba como diez distritos. Una mini travesía antes de iniciar otra.

Al salir de la estación Tomás Valle subía a una combi y después de unos veinte minutos estaba frente al terminal aéreo. Solo tenía que cruzar la pista para ingresar caminando al “Coco” Chávez. Antes de hacerlo iba a mi casera emolientera y pedía un vaso con quinua y dos panes con palta. Tenía que alimentarme para poder viajar feliz. Había gastado menos de cinco soles en pasajes y unos tres soles en desayuno.

Como siempre viajo solo con mi mochila, mi eterna compañera, no había problemas en viajar en un bus de transporte público. Sin embargo, ahora la realidad es otra historia para poder llegar al nuevo aeropuerto. Ya no puedo ingresar caminando y solo entran taxis, vehículos particulares y buses autorizados. También por precaución hay que salir con muchas horas de anticipación para evitar atrasos y perder el vuelo.

En estos primeros meses para los viajeros que acudan al nuevo aeropuerto Jorge Chávez va a ser una experiencia de exploración en descubrir los distintos ambientes. Turistas que llegan del extranjero han quedado sorprendidos por el moderno terminal aéreo e incluso lo comparan con el aeropuerto de Barajas en España.

Recuerdo que en el 2018 estuve en ese terminal. Había acabado el Mundial de Rusia y realicé una escala en la ciudad de Madrid. Casi no subo al avión de vuelta a Lima porque me perdí en las gigantescas instalaciones del aeropuerto y en realidad es una ciudad. Menos mal que me esperaron porque era el último pasajero que faltaba. Estoy seguro que la milagrosa Sarita Colonia me ayudó a no quedarme varado al otro lado del mundo. Siempre llevo una estampita en la billetera. Nos vemos.