Hace 61 años el Estadio Nacional de Lima se convirtió en el escenario de una tragedia que dio la vuelta al mundo. El 24 de mayo de 1964 fue un día triste por la muerte de 328 personas en un partido de fútbol.
Seis décadas después, aún sigue vigente esa lamentable fecha en el corazón de los peruanos. Las selecciones juveniles de fútbol de Perú y Argentina buscaban clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio de aquel año. En el elenco incaico, dirigido por el brasileño Marinho Rodrigues de Oliveira, destacaban jóvenes figuras como Héctor Chumpitaz, Luis Zavala, Enrique Casaretto, Inocencio La Rosa y el chinchano Víctor “Kilo” Lobatón.
Una cuestionada decisión arbitral al no cobrar un gol y el apaleamiento desmedido a dos hinchas, que ingresaron a la cancha para golpear al juez, desencadenó la ira y después el suplicio de los asistentes a un cotejo internacional. El lanzamiento de bombas lacrimógenas de la policía a las tribunas para controlar el desborde de los apasionados fanáticos fue el detonante de la desesperación.
Desesperación por huir y que terminó con la muerte de decenas de asistentes en las escaleras de un recinto deportivo con las puertas cerradas. Querían salir para respirar, para vivir, pero acabaron asfixiados, tumbados en el suelo y pisoteados por la estampida humana. Todos no pudieron regresar a sus casas esa tarde nublada y de fina garúa que cayó aquel día.
A las 3:30 de la tarde, el árbitro uruguayo Ángel Eduardo Pazos (38) dio el pitazo inicial en un escenario abarrotado en sus cuatro tribunas con más de 47 mil aficionados al grito de “¡Perú, Perú, Perú¡”. A esa misma hora y a pocos kilómetros, en el Campo de Marte, en Jesús María, se corría por primera vez las “Seis Horas Peruanas”, una emblemática carrera de autos.
“Kilo” Lobatón, puntero izquierdo, pasó a la historia y toda su vida se arrepintió de haber convertido ese gol debido a las consecuencias fatales. En la calle, el caos siguió y se produjeron saqueos, robos e incendios. Muchos vehículos fueron incinerados y volteados. La fábrica Good Year y la tienda Sears resultaron incendiadas y atacadas a pedradas. Se escucharon disparos y el ulular de las sirenas se apoderaba del Centro de Lima. Era el primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry.
Décadas después, cuando comenzaba a asistir a la tribuna norte para ver los “tripletes” en el viejo Estadio Nacional en los 90, no podía dejar de recordar la desgracia que ocurrió allí. Fue la mayor tragedia que sucedió en un estadio en el mundo. Nos vemos.