Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.

El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.

Hoy te cuento la historia de Eduardo, de 38 años, que nos escribe desde Chorrillos.

Doctora Magaly, me cuesta admitirlo, pero sé que no soy el hombre ideal para muchas mujeres. Tengo 38 años y jamás he tenido una relación formal. No me interesa el romance ni las ataduras. Las cenas románticas, los regalitos, los aniversarios... todo eso me parece innecesario. Por eso, cada vez que una mujer me dice “¿qué somos?”, me desaparezco. Ya sea bloqueándola o simplemente dejándola en visto.

Hace un par de meses conocí a Milagros. Es una mujer encantadora: cariñosa, trabajadora, culta, detallista. Sé que muchos la considerarían “la indicada”. Pero el problema no es ella: soy yo. Yo no quiero tener una relación, ni ahora ni después. Y se lo he dicho varias veces, con claridad. Pero siento que ella piensa que puede “cambiarme” con amor y paciencia.

Incluso antes de tener intimidad, fui directo y le dije: “Por favor, no te hagas ilusiones. No quiero una relación, ni boda, ni hijos”. Ella sonrió con ternura, me abrazó y seguimos como si nada. No entiendo si es que no me toma en serio o si simplemente prefiere ignorar lo que le digo. Yo disfruto su compañía, me ayuda a desconectarme del estrés del trabajo, pero no quiero lastimarla.

Doctora, ¿qué debo hacer? ¿Alejarme definitivamente, aunque me cueste? ¿O seguir viéndola mientras no me exija nada? No quiero hacerle daño, pero tampoco puedo forzar algo que no siento.

CONSEJO

Estimado Eduardo, está bien no querer una relación, pero si sabes que ella sí la busca, seguir cerca puede hacerle daño. La honestidad no solo está en lo que se dice, sino también en cómo se actúa. A veces, tomar distancia es la forma más empática de cuidar al otro. Si de verdad le tienes aprecio, da un paso al costado antes de que los sentimientos crezcan más.