Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.
El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.
Hoy te cuento la historia de Verónica, de 39 años, que nos escribe desde Jesús María.
Doctora Moro, le escribo con el corazón apenado. Estoy atravesando una tristeza muy fuerte porque siento que mis hijos ya no disfrutan estar conmigo. Aunque tengo 39 años y soy bastante más joven que mi esposo Martín, ellos lo prefieren a él por completo. Lamentablemente, Martín acaba de regresar al trabajo tras unas semanas de vacaciones y ha tenido que viajar al interior del país. Desde entonces, mis hijos, de 10 y 14 años, están de mal humor, apagados y me tratan con frialdad.
Ellos dicen que su papá es “el mejor del mundo”, porque siempre está jugando con ellos, haciéndolos reír o grabando videos divertidos. En cambio, a mí me dicen que soy aburrida, que estar conmigo es como estar en misa. Eso me dolió muchísimo. Yo no soy una madre estricta, pero sí creo que el tiempo libre debe usarse para aprender o crecer en algo.
Les propongo actividades como leer juntos, hacer yoga, ver documentales de ciencia o historia, y hasta les he comprado juegos de mesa didácticos. Intenté enseñarles a jugar ajedrez, pero me dijeron que eso es “para nerds”. Me frustra verlos pegados al celular viendo videos tontos mientras mis intentos por entretenerlos no funcionan.
Sé que no soy tan divertida como su papá, pero tampoco quiero fingir ser alguien que no soy solo para agradarles. Doctora, ¿cómo puedo acercarme a mis hijos sin dejar de ser yo misma? ¿Hay una forma de recuperar su atención y cariño sin tener que competir con Martín?
CONSEJO
Querida Verónica, no es que tus hijos no te quieran, sino que están en una etapa donde buscan diversión y estímulos inmediatos. No compitas con tu esposo, compleméntese. Intenta flexibilizar tus propuestas y jugar desde tu estilo, sin dejar de ser tú. Los vínculos no se imponen, se construyen con escucha, empatía y presencia emocional, más allá de las actividades que hagan.