Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.

El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.

Hoy te cuento la historia de Blanca de 36 años, que nos escribe desde Carabayllo.

Doctora Magaly, últimamente siento que algo no anda bien conmigo. Llevo seis meses con Fabián, un chico encantador: atento, trabajador, guapo y cariñoso. Todo suena perfecto, pero hay algo que no me deja tranquila. Me angustia que no me cela en lo absoluto. Nunca. Y eso me hace pensar si realmente le importo o si simplemente no siente lo mismo por mí.

Al comienzo creí que era una estrategia para parecer relajado. Pero ya ha pasado medio año y sigue igual. Si salgo a bailar con mis amigos y no le escribo, solo me dice: “Amor, diviértete, ve con cuidado a casa”. No pregunta más. No me llama, no insiste. Y aunque sé que debería valorar su confianza, no puedo evitar sentir que algo falta. Me da vueltas la cabeza pensar que yo estoy esperando reacciones que quizás no debería.

Una vez hablamos de nuestras exparejas. Cuando le conté mi historia, ni se inmutó. No mostró incomodidad ni celos. En cambio, cuando él hablaba de su ex, me incomodé tanto que terminé pidiéndole que mejor se callara. Él no discutió, solo se quedó callado, como siempre.

¿Cree que no le importo? ¿O es que tengo un problema con lo que entiendo por amor? No quiero echar a perder algo bueno, pero esta duda me está afectando más de lo que quisiera admitir.

CONSEJO

Querida Blanca, que no te cele no significa que no le importes. Hay personas que aman desde la confianza, no desde el control. Si su actitud te inquieta, habla con él desde la calma. Expón cómo te sientes sin culpar. A veces, lo que creemos “normal” viene de inseguridades, no de lo que realmente necesitamos.