Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.
El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.
Hoy te cuento la historia de Lucía, de 37 años de Surco.
Doctora Magaly, sé que suena frívolo, pero empiezo a sentir vergüenza por el sentido del humor de mi pareja.
Llevamos año y medio juntos. Es un hombre bueno, respetuoso y me quiere. No tengo dudas de eso. Pero hay algo que me viene pesando cada vez más, y es su necesidad constante de “hacer reír”, aunque rara vez lo logre. Tiene un tipo de humor muy simplón, casi infantil. Hace imitaciones, repite frases de programas antiguos o hace comentarios que a nadie le causan gracia, excepto a él. Al principio me parecía parte de su encanto, una forma de romper el hielo. Pero con el tiempo, especialmente en reuniones sociales, se me hace difícil no incomodarme.
Veo las miradas incómodas de los demás, las sonrisas por compromiso, el silencio que queda después de sus chistes. Y él ni lo nota. Cree que está animando el ambiente, cuando en realidad parece desconectado del momento. Me esfuerzo por no demostrarlo, pero siento que cada vez me cuesta más admirarlo. No quiero sonar cruel ni pretenciosa. Lo aprecio mucho, pero también me cuestiono si esta sensación de desconexión –que empieza como una vergüenza pequeña– puede hacerse más grande con los años.
¿Estoy exagerando? ¿Es egoísta de mi parte querer una pareja que me inspire y no solo me quiera? Necesito su consejo, por favor.
CONSEJO
Estimada Lucía, el humor es una forma importante de conectar, y si el de tu pareja no te hace sentir cómoda, está bien que lo notes. No se trata de cambiarlo, sino de preguntarte si esa sensación puede crecer con el tiempo. Hablar con honestidad y sin juzgar puede ayudar a que los dos se entiendan mejor y sepan qué esperan el uno del otro. La conexión sincera es lo que importa.