Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.
El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.
Hoy te cuento la historia de Teodoro, de 55 años, que nos escribe desde Independencia.
Doctora Moro, nunca pensé tener que escribirle por algo así. Me cuesta contarlo, pero necesito desahogarme. Hace un tiempo vengo notando que me falta plata cuando me levanto después de una noche de tragos. Al comienzo creí que la había perdido en la calle, o que la gasté sin darme cuenta. Incluso llegué a pensar mal de mis amigos. Pero la verdad era otra, y me duele aceptarlo: quien me roba es mi esposa, Felipa.
Una noche decidí tomar solo un par de vasos, pero fingí estar borracho como siempre. Me tiré en la cama y esperé. Al rato, sentí cómo Felipa revisaba mis bolsillos, mi billetera, hasta mis zapatos. No lo podía creer. Sentí una mezcla de rabia y decepción. ¿Cómo puede alguien que duerme contigo hacerte eso a escondidas?
Pero lo que más me partió el alma fue ver que mi hija también estaba metida. Ella se asomaba a la habitación para ver si yo seguía dormido. Era como si las dos ya tuvieran todo planeado. No entiendo cómo pudo involucrar a la niña en algo así. Me siento traicionado y confundido. No sé si gritar, llorar o irme de la casa.
Desde ese día no he vuelto a tomar tranquilo. Me cuesta mirar a Felipa sin pensar en lo que hizo. Y con mi hija… no sé cómo actuar. La amo, pero ya no sé qué ejemplo está recibiendo. Doctora, ¿cómo se enfrenta algo así sin destruir a la familia? ¿Cómo se perdona una traición que llega desde adentro?
CONSEJO
Querido Teodoro, lo que descubriste no solo duele, también quiebra la confianza en casa. Conversa con Felipa con calma, pero con claridad: mereces respeto. Que tu hija esté involucrada lo hace más grave, no dejes pasar esto. Busca apoyo familiar o profesional si es necesario. No estás solo ni debes normalizar lo que está mal. Tu tranquilidad vale mucho. Suerte.