Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.
El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.
Hoy te cuento la historia de Jimena, de 26 años, que nos escribe desde Carabayllo.
Jimena (26 años, Carabayllo). Doctora Magaly, le escribo con la esperanza de escuchar su consejo y que este me ayude a entender lo que aún no puedo asimilar. Todavía no comprendo cómo alguien que decía amarme tanto pudo dejarme así, de un momento a otro.
Vivíamos lejos, sí —yo en Carabayllo y él en Lurín, literalmente de punta a punta de Lima—, pero siempre creí que el amor podía con la distancia. Durante casi un año hicimos que funcione: él venía cuando podía, yo tomaba combis eternas para verlo, nos encontrábamos en puntos medios… celebrábamos cada reencuentro como si fuera el primero.
Una noche, llegó sin avisar a mi casa solo para darme un peluche por mi cumpleaños. Viajó más de dos horas desde Lurín, temblando de frío, solo para verme quince minutos. Me abrazó como si no quisiera soltarme nunca. Hoy, ese mismo hombre me dejó con un mensaje de WhatsApp que decía: “No puedo seguir con esto. No es justo para ninguno de los dos. Espero que seas feliz”. Así, sin llamada, sin explicación. Sin despedida.
Me quedé congelada. Lo llamé. No contestó. Le escribí. Me bloqueó. Doctora, ¿qué hago con todo lo que siento? ¿Cómo supero algo que ni siquiera terminó cara a cara? Ayúdeme, porque aún no entiendo cómo se olvida a alguien… que se llevó tanto de mí.
OJO AL CONSEJO
Querida Jimena, duele, y mucho, que alguien que prometió quedarse decida irse sin mirar atrás. Pero recuerda: quien se va sin explicaciones no merece tus lágrimas, sino tu olvido. A veces, perder a alguien así es en realidad ganar paz. Llora lo que tengas que llorar, pero no te estanques. Usa ese dolor como impulso para volver a ti, a lo que te hace fuerte. No fuiste insuficiente, él fue incapaz. Tu historia no acaba en un mensaje, apenas está comenzando. Y créeme, lo mejor está por venir.