Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.
El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.
Hoy te cuento la historia de Mauro, de 58 años, que nos escribe desde La Victoria.
Magaly Moro
magalymoro@prensmart.pe
Mauro (58 años, La Victoria). Doctora Magaly, hasta hace unos días vivía en modo automático. Trabajo hace años en una productora audiovisual, tengo tres hijos adultos y una esposa con la que comparto 35 años de matrimonio. Una vida “hecha y derecha”, como dicen… pero vacía.
La gota que rebasó el vaso fue algo que nunca pensé: el fin de semana vi la serie sobre el Chavo del 8. Y mientras todos hablaban de la infancia y de los recuerdos, yo me quedé mudo al ver cómo Roberto Gómez Bolaños dejó a su esposa Graciela, su compañera de vida, por Florinda Meza, una colega con la que empezó a compartir más que solo escenas. La gente está indignada, lo están criticando y no los culpo. Pero en mi caso, me vi reflejado.
Yo también tengo una Graciela en casa. Una mujer buena, leal, que me acompañó desde mis primeros pasos profesionales, que me ayudó a criar a nuestros hijos, que estuvo ahí en todas las tormentas. Pero hace años que lo nuestro dejó de ser amor. No nos miramos, no nos tocamos, no nos contamos nada
Y también tengo, sin buscarlo, una “Doña Florinda”. Una compañera del trabajo. Con ella no ha pasado nada físico, pero me escucha, me entiende, se ríe conmigo… y me hace sentir otra vez Mauro, no solo “el papá” o “el proveedor”. No quiero ser hipócrita: me estoy enamorando.
Me duele porque no quiero destruir a nadie, pero tampoco quiero seguir fingiendo que todo está bien solo porque “así toca”. ¿Estoy siendo un egoísta como Roberto? ¿Qué me aconseja hacer, doctora?
Me estoy enamorando de una “Doña Florinda”
OJO AL CONSEJO
Querido Mauro, no hay pecado en querer reencontrarte contigo mismo, pero tampoco debes ignorar el amor que construiste durante 35 años. Esa mujer fue tu compañera de vida; juntos criaron hijos y superaron tempestades. Eso merece respeto, no olvido. Si tu corazón ha cambiado, sé honesto, pero sin borrar lo vivido. No conviertas el cierre en una traición, sino en un acto de gratitud y verdad.