Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.
El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.
Hoy te cuento la historia de Mariana, de 32 años, quien vive en el distrito de San Isidro:
Magaly Moro
Mariana (32 años, San Isidro). Doctora Magaly, siempre pensé que mi esposo y yo éramos un buen equipo. Todo cambió cuando empezó a ofrecerse para llevar a nuestro hijo al nido.
Nunca había mostrado tanto entusiasmo por esa tarea, así que pensé que era su manera de involucrarse más en la crianza. Pero luego noté cosas extrañas: se levantaba más temprano, se arreglaba más de lo normal y, cada vez que volvía del nido, traía una sonrisa que no era para mí.
Un día, sin querer, vi su celular sobre la mesa y la pantalla se encendió con un mensaje: “Te extraño”. Sentí un escalofrío y, con el corazón latiendo a mil, revisé la conversación. Ahí estaba la verdad: tenía un romance con Andrea, la profesora del nido de nuestro hijo. Mensajes cariñosos, fotos juntos y citas a escondidas mientras yo confiaba en él.
Cuando lo enfrenté, no negó nada. Me dijo, sin un atisbo de culpa, que estaba enamorado de ella, que su relación llevaba meses y que lo mejor era separarnos. Como si nuestra familia no significara nada.
Lo más humillante fue que, dos semanas después de irse de casa, tuvo el descaro de llegar a recoger a nuestro hijo con ella en el auto. Cuando mi pequeño la vio, gritó emocionado: “¡Mami, mira, es mi miss!”, sin entender el daño que nos había hecho.
Ahora tengo que verlos juntos cada mañana en la puerta del nido. Ella, con su sonrisa perfecta, y él, como si todo estuviera bien. Y yo aquí, recogiendo los pedazos de lo que fue mi hogar. Doctora, ¿cómo se supera algo así?
OJO AL CONSEJO:
Querida Mariana, sé que esta traición duele, pero recuerda que quien perdió fue él. No permitas que su engaño te defina ni que su presencia te robe la paz. Concéntrate en ti y en tu hijo, en reconstruir tu vida sin cargar con la amargura que él merece. El tiempo y la distancia te mostrarán que no necesitas a alguien que fue capaz de lastimarte de esa manera. No le des el poder de seguir afectándote.