Cuando Luis Espinoza Tudelano tenía 56 años le dieron tres meses de vida tras diagnosticarle cirrosis terminal a fines de 1999; sin embargo, gracias a que un año después se convirtió en el primer paciente en recibir un trasplante de hígado en el país, ha logrado vivir desde entonces 25 años más.
“Me quedé frío (cuando recibí el diagnóstico), estaba con mi esposa. Incluso me dijeron que había solo un 1 % de posibilidades de que mi cuerpo resistiera el trasplante, pero yo nunca he perdido una batalla”, recuerda el exmecánico, a quien una llamada le cambió la vida cuando el tiempo se agotaba.
“El doctor me llamó y me dijo: ‘Es hoy’”, comenta. Era el 22 de marzo del 2000, día en que la medicina peruana escribió una página histórica pues en el Hospital Nacional Guillermo Almenara, de EsSalud, se realizó esta proeza que rememora ahora Luis siendo un octogenario.
“Agradezco a la familia que hizo posible mi trasplante. Me dieron una nueva oportunidad de vida”, dice con una mirada que se ilumina al revivir ese momento.
PROYECTO. El trasplante transformó el estilo de vida de Don Luis, quien pasó de los excesos a la disciplina y debía cumplir restricciones como no viajar o comer ceviche. Aprovechó, además, la nueva oportunidad para emprender una cruzada sobre la donación de órganos.
“Fui por colegios, porque sabía que los niños les hablarían a sus papás sobre la importancia de donar”, detalla.
Hoy, a 25 años de su trasplante, Don Luis es un ejemplo de resiliencia y esperanza. “Mi meta es cumplir 30 o 40 años de operado”, sostiene tras revelar que su sueño es poder volver a viajar algún día.
OJO AL DATO. José Carlos Chamán, doctor de Luis, y el equipo especializado del hospital Almenara lograron lo que parecía un milagro.




