Su apasionado interés por las historietas, los cómics y las caricaturas antiguas, que surgió durante su niñez, llevó a Vladimir Velásquez a recorrer las calles del Centro Histórico de Lima para comprarlas en recónditos puntos de venta.
Junto a su abuelo y su padre, visitaba jirones como Cotabambas, frente al Parque Universitario, o Lino Cornejo, a unos pasos de la Plaza San Martín, cuyos entornos, de monumentos, arcos, balcones y grandes construcciones, iba guardando en su memoria.
Años más tarde, cuando volvió a realizar caminatas continuas por la “Ciudad de los Reyes” en búsqueda de materiales documentarios para sus estudios en diseño gráfico, encontró la puerta que lo introdujo en el universo de la Lima Antigua: la revista Variedades.
Este hallazgo, de principios del siglo XX, lo atrapó y, guiado por su alma de coleccionista, se propuso conseguir todo lo que podía sobre esta publicación.
En ese camino, descubrió fotografías de Lima de antaño, cuya esencia había visto en su niñez y permanecía en sus recuerdos. Decidió, entonces, centrarse en rastrearlas, coleccionarlas y exhibirlas a través, primero de blogs, y, luego, de las redes sociales.
TESORO. Así nació Lima Antigua, “la primera y más completa memoria gráfica de la ciudad”, que ha logrado construir y digitaliza día a día Vladimir, quien creció y vive en el Callao, pero recorre de forma frecuente el Centro Histórico de Lima, atesorando su historia, cultura y población.
Hoy en día, tiene más de diez mil piezas coleccionadas, entre fotos, revistas, periódicos, libros y avisos publicitarios, que comparte en plataformas como Facebook, donde cuenta con más de 271 mil seguidores.
Entre sus joyas destacan sus fotos más antiguas, que datan de 1863. “Es una colección de 20 fotografías y el estado de conservación es impecable (...). Las conseguí en el mercado de antigüedades y pude ver estas mismas fotos reproducidas en postales”, señaló a OJO.
Para el coleccionista, Lima ha cambiado “un montón” y ha tenido un crecimiento desordenado, pero sus autoridades solo apuntan a mejorar la parte estética y no se centran en la esencia de la ciudad que es su gente, por lo que faltan viviendas óptimas, espacios comerciales ordenados y fiscalizados, y una planificación urbana.
“Las fotos ayudan a entender qué hemos tenido y qué tenemos en la actualidad. Nos lleva a preguntarnos qué tipo de ciudad queremos”, anotó Vladimir, quien ahora también fotografía Lima y a sus ciudadanos para llevar un registro que, con los años, será también parte de la historia.
OJO AL DATO. Para Vladimir, lo más valioso de su colección son las postales románticas, que llevan mensajes escritos a mano.
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